El antiguo arte de KINTSUG da una nueva vida a la cerámica

Tras el terremoto que devastó la región de Kumamoto en Japón ocurrido el pasado 14 de abril de 2016, un hombre de buen corazón llamado Kunio Nakamura dedica su tiempo y conocimientos de artesanía para ayudar a los ciudadanos de la comarca a reparar la cerámica.


Nakamura también tiene una pasión por el Kintsugi, un método japonés tradicional de reparación de la cerámica. Los temblores dejaron graves daños, incluyendo las cerámicas personales, herencia de familia que tienen un valor sentimental importante para los ciudadanos japoneses afectados.

 

El antigüo arte de kintsugi se remonta a finales del siglo XV cuando el shōgun, Ashikaga Yoshimasa envió a China, para ser reparados, dos de sus tazones de té favoritos. Los tazones volvieron reparados pero con unas feas grapas de metal, que los volvían toscos y desagradables a la vista. El resultado no fue de su agrado, así que buscó artesanos japoneses que hicieran una mejor reparación, dando así con una nueva forma de reparar las cerámicas, convertida en arte.

Kintsugi, “carpintería de oro” o kintsukuroi, “reparación de oro” es desde entonces el arte japonés de reparar la cerámica rota con una laca especial espolvoreada con polvo de oro, plata o platino. Hermosas vetas de oro brillan en las grietas de cerámica, dando un aspecto único a la pieza. Este método de reparación celebra la historia única del objeto, haciendo hincapié en las fracturas y roturas en lugar de ocultarlas o disimularlas. El kintsugi hace que la pieza reparada sea aún más bella que la original, revitalizando el objeto con una nueva vida. Se relaciona con la filosofía japonesa Wabi-sabi, que aboga por la búsqueda de la belleza en lo defectuoso, lo imperfecto, los objetos rotos, viejos o deteriorados. Esto hace que el verdadero valor de un objeto no radique exclusivamente en su forma externa, sino en la historia que dicho objeto posee.

La filosofía de la técnica es aceptar el hecho de que los artículos delicados se agrietan o se rompen, pero esto no tiene que alterar su funcionalidad, y que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia.

La técnica y arte de dicha forma de encarar la reparación de los objetos fue tan apreciada que algunos llegaron al punto de ser acusados de romper cerámica para luego poderla reparar con dicho método, sobre la base de que la complejidad de la reparación transforma estéticamente la pieza reparada, dándole así un nuevo valor. De esa manera se da el caso de que antiguas piezas reparadas mediante este método sean más valoradas que piezas que nunca se rompieron.

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La sociedad actual, la sociedad occidental ha perdido el interés por restaurar lo viejo o roto. Y esto se debe a que en su escala de valores se relaciona lo bello con lo nuevo o lo que es lo mismo, se aparta lo viejo y roto para ser sustituido por algo nuevo y moderno.

Esto es algo que puedes hacer con un objeto. Pero, ¿qué pasa cuando trascendemos el objeto a una persona, a una persona rota y deteriorada por dentro? Ahí es donde el término resiliencia juega un papel fundamental.

Si tomamos la definición de resiliencia como la ‘capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas’, por tanto, al igual que el Kinsugi, la resiliencia habla del valor de la reparación como una manera de salir de una situación traumática.

El cuerpo y el alma de las personas, al igual que cualquier objeto de porcelana, es frágil y está expuesto al paso del tiempo. Y ese paso del tiempo desgasta la cerámica, pero también desgasta tu cuerpo y tu alma hasta que llega el día en que te rompes no sólo por fuera mediante el llanto, sino también por dentro a través de la pena y el sufrimiento.kintsugi-1-e1439584328650

Convertirse en un persona resiliente hará posible que puedas recomponerte por dentro y por fuera. De hecho, lo que fomenta el Kintsugi es que seas tú mismo el que restaures tu propio plato. Con la resiliencia pasa igual. De lo que se trata es de que tengas las estrategias suficientes para poderte restaurar a ti mismo e incluso tener la capacidad para restaurar a los que más quieres, a los que de corazón te importan.

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