GORDON WILLIS, un viajero fiel a si mismo en Hollywood

La fotografía de Gordon Willis transformó la mirada de directores de cine como Francis Ford Coppola, Alan J. Pakula o Woody Allen entre otros. Fue príncipe de un reino seductoramente tenebroso y cautivó con su rompedor estilo tanto a espectadores como a personajes en un Hollywood que se rindió a su estilo.

willis nació en el seno de una familia humilde en medio de La Gran Depresión. Hijo de un maquillador de la Warner Brothers decidió enrolarse en el ejército para redescubrirse. Fue allí precisamente, en las Fuerzas Aéreas, en medio de la Guerra de Corea donde tuvo su primera experiencia a vista de pájaro cartografiando el cielo con su cámara fotográfica. Allí fue donde aprendió el oficio para posteriormente regresar a Estados Unidos y trabajar como asistente de cámara en publicidad. A finales de los 60 estaría en su primera película como director de fotografía en ‘End of the Road’ de Aram Avakian.

Uno de sus mejores amigos, Conrad Hall, le puso el sobrenombre ‘El Príncipe de las tinieblas’. Hall se sorprendió por la valentía de Willis al diseñar imágenes sombrías y de baja exposición. Parecía estar completamente loco o tener un control absoluto de la luz, lo que le permitía cargar las escenas de un alto contenido emocional siempre que fuera necesario.

Su narrativa pronto sorprendió ya que su elección estilística de claro-oscuros iba en contra de todo lo políticamente correcto para Hollywood. Además si los actores se movían un poco del punto marcado desaparecían en la oscuridad. ¿Quién querría trabajar con alguien con la intención de oscurecer casi en su totalidad a un famoso personaje principal?

«Hacer una fotografía bonita es fácil, es lo más fácil del mundo. Pero una fotografía que remata una imagen, de arriba a abajo, en coherencia con el contenido, eso es lo más hermoso (…). No se trata de poner la fotografía al frente de la historia, sino de que forme parte de ella», declaró Willis sobre su profesión.

Willis depuró un estilo propio destacando por los efectos de contraluz. En la iluminación de Vito Corleone (Marlon Brando) la trabajó tanto que en ocasiones no logramos ver su mirada. Un recurso que potenciaría el aura de misterio que necesitaba el director.

Fueron tres películas y Coppola junto con el equipo de rodaje sobrevivieron en aparente armonía. Intento imaginar aquello, la época, las circunstancias, a Willis desesperado cada vez que uno de los actores se salía de su marca. Se dice que sus esquemas de iluminación eran tan complejos que un paso en falso colocaba a los actores en puntos oscuros, obligando a repetir la toma. El 1993 le nominarían a un Oscar por `’El Padrino III’. Willis llegó a alabar públicamente la paciencia que Coppola había tenido con él ya que no era una persona fácil de tratar.

En su extensa filmografía como director de fotografía podemos destacar no sólo la trilogía de «El Padrino», de Coppola, también ocho grandes películas de Woody Allen entre ellas ‘Annie Hall’, ‘Manhattan’ o ‘Zelig’ (por la que fue nominado al Oscar en 1983).

En 1980 realizó su primera película como director de cine. El thriller ‘Ventanas’. Más tarde reconocería que había sido uno de los mayores errores de su carrera.

Intervino en hasta seis largometrajes con quién mejor lo entendió, J. Pakula, al que le unió una relación de amistad desde que en 1971 hicieran ‘Klute’. Destacando otros títulos importantes en su trayectoria como ‘El Último Testigo’ (1974) o ‘Todos Los Hombres del presidente’ (1976).

La última película que harían juntos sería La sombra del diablo (1997) que terminaría convirtiéndose también en la última película para Pakula, fallecido en un accidente poco después.

«Estoy cansado de esperar a los actores mientras yo tengo que aguantar bajo la lluvia.»Declaro Willis antes de retirarse definitivamente en el 97.

Aunque recibió duras críticas a comienzos de su carrera no desistió en su empeño. Fue valiente y mostró a Hollywood que había otra forma de narrar. Trabajó con ojo crítico, meticuloso y constante. Supo reconocer las equivocaciones y a pesar de su tozudez consiguió entender la idea de grandes directores y lo que es más importante, trasladarla aportando una concepción visual a la narrativa sin caer en la imposición de un único criterio.

En 2010 recibió un Óscar de carácter honorífico por su maestría única para tratar la luz, la sombra, el color y el movimiento. 

Murió a los 82 años un 18 de mayo de 2014 dejándonos su importante camino como legado.

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