Hendrik Kerstens lleva más de 15 años retratando a su hija al estilo de las pinturas Vermeer. Aunque pasen dos años entre una fotografía y la siguiente, la esencia, la puesta en escena y la modelo siempre son las mismas.
Un buen día de 1995 Hendrik Kerstens con 39 años, cansado de su trabajo, lo abandona para entregarse con pasión a la fotografía. Toma como única modelo a su hija Paula de 9 años y decide retratarla.
Es entonces cuando casi de manera espontánea, quizás influenciado por su estudio sobre Rembrandt o sobre la iluminación de los pintores flamencos del siglo XVII, cuando nace en él un estilo muy parecido al de las pinturas de Vermeer. Desde entonces sus fotografías no han dejado de contar historias a través de la mirada de su hija durante quince años.
Kerstens sabe brillar. Es capaz de plasmar una belleza estática que mantiene la misma pose evolucionando sutilmente con el paso de los años. Con pocos elementos consigue manejar notablemente la luz, la contención cromática y la composición de la escena. Destaca no sólo por su estilo y don para la fotografía, también por saber transmitir sensaciones usando su ingenio a la hora de vestir a su modelo y lograr una estética personal. Usa en sus trabajos atrezzo casero con elementos sencillos como papel, trapos de cocina, lámparas, etc. Al principio utiliza la luz natural para posteriormente pasar a la de estudio.
Sus fotografías están llenas de belleza, perceptible no sólo en la técnica, también en el paso de los años. Un reflejo que casi podríamos captar en la misteriosa mirada de su modelo.
Hendrik Kerstens ha demostrado que la creatividad, el ingenio y la pasión son los tres elementos que deberíamos tener siempre presentes a la hora de realizar nuestras fotografías.